Teoría Austriaca del Ciclo Económico (Parte III)
La reserva fraccionaria y la teoría de la liquidez
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Para explicar la teoría austriaca del ciclo económico con su causa en la reserva fraccionaria vamos a utilizar como referencia el libro de Jesús Huerta de Soto, Dinero, Crédito Bancario y Ciclos Económicos.
En este libro comienza explicando las características jurídicas de un contrato de deposito y otro de préstamo, así como las diferencias que existen entre ambos contratos.
Según el análisis que realiza Huerta de Soto, el contrato de depósito no implica el traspaso de la propiedad cuando el contrato de préstamo sí. Esto implica que cuando realizamos un contrato de depósito en el banco, éste está obligado a la guarda y custodia de el monto depositado sin la posibilidad de tener la disponibilidad por parte del banco de la cosa mientras se realiza esa guarda y custodia para la posterior reposición del objeto del contrato en cuanto el depositante la requiera.
Sin embargo, existe otro tipo de contrato, de préstamo sobre bienes fungibles (mutuo) donde el prestatario entrega el objeto de contrato con la obligación de la contraparte actuarial de restituir esta transcurrido un plazo con una calidad y género equivalentes (tantundem) al entregado en un principio. Esto en el caso del dinero, es el contrato de préstamo de dinero. A diferencia del contrato de depósito, este contrato si permite el traspaso de la propiedad y disponibilidad del objeto del contrato, es decir, si prestamos a alguien 100€ por ejemplo, esa persona con esos 100€ en concreto puede hacer lo que quiera, con tal de que nos devuelva otros 100€ de equivalente calidad y género. Por lo tanto, los primeros 100€ pasan a ser propiedad del prestatario y dejan de serlo del prestamista, con tal de que el prestatario devuelva al prestamista otros 100€ que no tienen que ser exactamente los mismos billetes que le fueron prestados, sino que puede devolverlos con otros billetes que haya conseguido durante el periodo de tiempo que duró el contrato.
Sin embargo, el hecho de que los bienes objeto de contrato de deposito sean fungibles genera una confusión en el contrato. Al realizar un depósito de un bien fungible, como por ejemplo el aceite, estos bienes se mezclan entre todos los depositados, dando lugar a que cuando el depositante vaya a retirar su deposito ha de conformarse con un equivalente, pero sin recibir las unidades especificas que depositó, pudiendo considerarse que se ha trasladado la propiedad de la cosa objeto del contrato. Esta variación de una característica esencial del contrato ha provocado que se diferencia este contrato del de depósito original, pasándose a denominar depósito irregular.
Este contrato de deposito irregular, ha ido evolucionando a lo largo del tiempo hasta terminar convirtiéndose en un habitual en los bancos, que han acabado operando con reserva fraccionaria, lo cual consideran los austriacos que es lo que termina provocando las expansiones crediticias sin respaldo de ahorro previo.
Pero antes, vamos a ver como la actividad bancaria ha dado lugar a un contrato de deposito de dinero muy distinto al contrato de deposito original muy parecido al de mutuo o préstamo. Al realizar un contrato de deposito bancario hoy en día, no es necesario que la persona realice ningún ajuste ni anotación contable en su balance, pues, al ser un deposito, no se debería estar traspasando la propiedad del objeto de deposito. Sin embargo, al ser un contrato de deposito irregular sí que se produce una pequeña transmisión de la propiedad debido a que no se pueden devolver las mismas unidades especificas, tal y como hemos explicado anteriormente. Pero, aunque se realice esa pequeña transmisión de la propiedad, no se debería realizar ninguna transmisión de la disponibilidad, pues el depositario se compromete a la guarda y custodia del objeto de deposito, y por lo tanto, la única razón para realizar un ajuste contable por parte del depositario sería la transmisión de la propiedad, que debería realizarse por cuentas con efectos simplemente informativos. Así, el contrato de depósito debería funcionar de la siguiente forma tal y como explica huerta de soto en su libro.
“Supongamos, por tanto, que nos encontramos en los albores del desarrollo de la banca con reserva fraccionaria, y que un depositante cualquiera, el señor X, decide depositar en el banco A un millón de u.m. (o, si se prefiere, que cualquier persona de hoy en día decide abrir una cuenta corriente en un banco depositando un millón de u.m.). Se trata en este segundo caso de un verdadero contrato de depósito, si bien es irregular, dado el carácter fungible del dinero. Es decir, la causa o motivo esencial del contrato de depósito es el deseo que tiene el depositante X de que el banco A le guarde o custodie el millón de u.m. La persona X considera que, no obstante haber abierto la cuenta corriente, por haber realizado el depósito «a la vista», tiene la disponibilidad inmediata de un millón de u.m. en cualquier momento que lo desee y para cualquier finalidad que le surja. Desde el punto de vista económico, para la persona X, el millón de u.m. está a su plena disposición en cualquier momento y forma parte, por tanto, de sus saldos de tesorería: es decir, que a pesar de haberse depositado en el banco A, son unidades monetarias que, desde el punto de vista subjetivo, tiene a su disposición en cualquier momento la persona X como si estuvieran en su propio bolsillo.” (Huerta de Soto, 1998, p. 144-145)
De esta forma, aunque el banco haya recibido la propiedad del objeto del contrato, no ha recibido su disponibilidad, ya que la disponibilidad sigue conservándola el depositante. Probablemente, el deseo del depositante de tener su dinero depositado en banco tenga su origen en que el depositario se lo guarde mejor o pueda registrar sus pagos más rápidamente a través de cheques o los resúmenes de sus operaciones. Así, si al banco estos servicios le suponen un coste operativo, puede cobrar al depositante ese coste más una plusvalía como beneficio.
No obstante, los banqueros se sienten tentados a saltarse esta norma de no disposición del objeto de contrato para utilizar este dinero depositado en su propio beneficio. Y, la posibilidad de los banqueros a saltarse la norma según Huerta de Soto viene dada por el poder político.
“Ahora nos interesa resaltar que la tentación es enorme, y de hecho casi insoportable, dado lo muy lucrativo de la misma. Esta disposición del dinero de los depositantes se llevó a cabo, en un primer momento, de una manera vergonzante y secreta, como hemos visto que sucedió en los distintos casos históricos de banca que hemos analizado en el capítulo II cuando todavía se tenía por parte de los banqueros la conciencia de que, evidentemente, procedían mal. Sólo posteriormente, y después de muchos siglos y avatares, es cuando los banqueros consiguen que la violación del principio tradicional del derecho se efectúe de una manera abierta y legal, por haber obtenido felizmente del gobierno el necesario privilegio para utilizar el dinero de sus depositantes (generalmente en la forma de créditos muchas veces concedidos en un primer momento al propio gobierno).” (Huerta de Soto, 1998, p. 148)
Ya que el hecho de tener un banco central que emita una única moneda de curso forzoso provoca que la eliminación de aversión al riesgo por parte del sistema bancario. Debido a que cada vez que el sistema bancario expande el crédito, el Banco Central por su parte aumenta la oferta monetaria como vía de rescate para estos últimos, y por tanto, los agentes bancarios lo interpreten como un salvavidas que esté presente cada vez que se le necesite. Y, por esta razón Huerta de Soto, para desvincular la oferta monetaria de las necesidades que tenga el sistema bancario en cada momento, propone la libertad de elección de moneda vinculadas a un patrón oro para su canje.
Con esta violación de la norma, el sistema bancario, cuando capta un deposito, si el depositante ha depositado 1000€ en un banco y el banco posteriormente saltándose la norma presta 900€, genera en primer lugar un problema de doble disponibilidad, porque el depositante se supone que tiene la disponibilidad de la cosa, y el banquero al hacer uso de ese dinero para prestarlo está generando esa doble disponibilidad, y en segundo lugar, está aumentando la capacidad económica de los agentes, porque el depositante pasa a tener una disponibilidad de 1000€ registrada en su balance, y el banco de 900€ que ha prestado, elevando la capacidad económica de los agentes a 1900€. Así el banco genera una expansión crediticia no respaldada por ahorro previo. No obstante, en función de si los depósitos están respaldados por las reservas del banco podemos distinguir 2 tipos, depósitos primarios y secundarios. Los primeros están respaldados por las reservas del banco y los segundos no, es decir, los segundos han pasado de ser un depósito a una emisión de medios fiduciarios o promesas de pago. Y por tanto, a través de este fenómeno han generado una expansión crediticia con dinero creado ex-nihilo, es decir, sin un aumento del previo del ahorro voluntario. Cuando este proceso, se expande a través de todo el sistema económico, según Huerta de Soto, encontramos la causa de los ciclos económicos.
Para Huerta de Soto la solución a este problema se encuentra en establecer 1) El patrón oro a través del cual se realice el canje de todos los medios fiduciarios, 2) Un sistema de libertad bancaria y 3) Someter a todos los agentes implicados en el sistema bancario a un coeficiente de reservas del 100%.
“Y es que, si quiere defenderse un sistema financiero y monetario verdaderamente estable, que inmunice en la medida de lo humanamente posible de crisis y recesiones a nuestras economías, será preciso establecer: (1) la completa libertad de elección de moneda, a partir de un patrón metálico (oro) por el que habrían de canjearse todos los medios fiduciarios hasta ahora emitidos; (2) el sistema de libertad bancaria; y (3) lo más importante, que todos los agentes implicados en el sistema de libertad bancaria a partir de ahora estén sometidos y cumplan, en general, las normas y principios tradicionales del derecho y, en particular, el principio de acuerdo con el cual nadie, ni siquiera los banqueros, puede gozar del privilegio de prestar aquello que les ha sido depositado a la vista (es decir, un sistema bancario libre con un coeficiente de reserva del 100 por cien).” (Huerta de Soto, 1998, p. 629-630)
Ahora pasemos con la teoría de la liquidez, que es la que en mi opinión da en el clavo, y ahora veréis el por qué.
La teoría de la liquidez tiene su origen en la teoría del dinero de Menger y que después han desarrollado economistas de la talla de Antal Fekete o Juan Ramón Rallo.
La causa que atribuyen los teóricos de la liquidez a la aparición de los ciclos económicos se encuentra en el descalce de plazos, es decir, la financiación de activos financieros de larga duración con pasivos financieros de corta duración.
Para entender la teoría de la liquidez es necesario definir de forma exhaustiva que es la liquidez, de donde estos teóricos han definido 5 tipos de liquidez: La liquidez de los activos reales, la liquidez del capital productivo, la liquidez de los activos financieros, la liquidez del capital financiero y la liquidez de los agentes. Por ello, vamos a comenzar definiendo estos tipos de liquidez.
La Liquidez de los activos reales
Menger denominó la liquidez como estabilidad de valor, es decir, aquello con una utilidad marginal muy lentamente decreciente.
A partir de esta definición, los teóricos de la liquidez se preguntaron como se podía conseguir la liquidez perfecta. La forma de conseguir la liquidez perfecta era a través de una función de demanda invariante salvo ante su precio y con una función de oferta también invariante, ante todo, incluso ante su precio.
A partir, de esta definición de liquidez y liquidez perfecta, podemos ver que el dinero ideal sería aquel con una liquidez perfecta, es decir, un dinero con el cuál, no haya ni exceso de oferta, ni exceso de demanda.
Sin embargo, la liquidez perfecta no existe. Lo que, si existe, son mercancías con una oferta muy rígida y una demanda más o menos estable. Y, por lo tanto, solo tenemos dineros asintóticamente ideales.
No obstante, el dinero asintóticamente ideal conlleva 2 inconvenientes. Por un lado, no se puede estabilizar del todo su poder adquisitivo, cuyo inconveniente acarrea costes muy altos al sistema monetario para poder estabilizarlo. Y, por otro lado, si los precios no son totalmente flexibles ante fluctuaciones en la demanda, quedará un exceso de demanda insatisfecha, es decir, puede haber bienes con cambios en los precios relativos que no respondan a las utilidades marginales de dichos bienes.
La Liquidez del Capital Productivo
Además de lo comentado en el apartado anterior, los activos reales no solo se demandan por lo que directamente producen, sino que también por lo que indirectamente también producen, es decir, son bienes de orden superior.
El valor monetario descontado al presente de los activos reales, estimado por las expectativas de ganancias que las ventas esperadas futuras de los bienes de consumo que contribuirán a producir en un futuro, lo llamaremos capital productivo. Además, el valor monetario futuro será mayor cuanto más tiempo y riesgo tenga el capital productivo. Y, ese capital productivo se amortiza mediante la producción de bienes de consumo. Por lo tanto, la liquidez del capital productivo dependerá de la velocidad y seguridad de los flujos de caja esperados, es decir, de la rapidez y certeza con la que se recupere la inversión.
La liquidez del capital productivo es importante para conocer la flexibilidad que tenga para adaptarse a las fluctuaciones que se produzcan en esos flujos de caja esperados y en el tipo de interés. Por lo tanto, ese valor monetario presente será más sensible en aquellos activos en los cuales la amortización de ese valor monetario presente sea más lenta e insegura.
La liquidez de los Activos Financieros
Un activo financiero no es otra cosa, que un derecho a recibir un cobro en el futuro, y por lo tanto, es la contraparte a un pasivo financiero, la obligación a realizar un pago en el futuro.
El valor presente de un activo financiero se calcular a través del descuento al presente de esos flujos de caja que genera, es decir, es el valor actual que tienen esos cobros futuros. Y, al igual que con el capital productivo, su liquidez depende la rapidez y seguridad con la que se recupere la inversión realizada.
La amortización de los activos financieros depende de los flujos de caja esperados por parte de los activos financieros o activos reales que los conformen, y en última instancia, de todos los activos reales que conformen los activos financieros que conforman nuestros activos financieros, es decir, están respaldados en última instancia por activos reales (colateral). Y, por tanto, al igual que con el capital productivo, serán más líquidos cuando tengan menor duración Macaulay (más rapidez y seguridad se recupere la inversión) y sean más dependientes de los flujos de caja de un activo real líquido en ultima instancia.
Estos activos financieros, cuando sean extremadamente líquidos terminarán convirtiéndose en sustitutos o complementos del dinero, ya que podré realizar compras con estos derechos de cobro, solucionando así los 2 problemas que tenían los dineros asintóticamente ideales. Ya que como la oferta del dinero debe ser muy rígida, se podrá satisfacer los cambios en la demanda del dinero con estos derechos de cobro, que además al ser muy baratos de producir (son anotaciones contables o títulos) se economiza la utilización del dinero base.
La Liquidez del Capital Financiero
El capital financiero es el conjunto de pasivos financieros de un agente. La iliquidez del capital financiero vendrá determinada por su duración Macaulay, dependerá de los plazos de los pagos y la magnitud de esos pagos (tipo de interés).
El tipo de interés medio (wacc) de los pasivos de un agente estarán sujetos a los tipos de interés de los pasivos que haya emitido el agente.
La idea de que los tipos de interés de los pasivos emitidos irán en aumento conforme mayor sea el plazo y el riesgo es conocida como “curva de rendimientos”. Y, por tanto, cuanto mayor sea la iliquidez del capital financiero mayor debería ser el wacc del agente, es decir, cuanta más dificultad tenga para afrontar los pagos, mayor debería ser su coste de financiación.
La Liquidez de los agentes
Todos los agentes poseen, activos reales y financieros, por un lado, y en contraparte pasivos financieros. Por lo tanto, la diferencia entre los activos y los pasivos de un agente determinará la riqueza del agente, y así, podremos descubrir cuando un agente es solvente y cuando no. Cuando la diferencia entre activos y pasivos sea positiva, el agente será solvente, y cuando ocurra lo opuesto, no lo será.
Por lo tanto, podemos definir la liquidez de los agentes, como la capacidad que tendrán los agentes para afrontar los pagos devenidos de su capital financiero con los cobros que resulten de su capital productivo y de sus activos financieros, que en última instancia estarán respaldados por el capital productivo. Y, por lo tanto, un agente no será liquido si ha de realizar los pagos a través de la liquidación de sus activos o a la refinanciación de los pasivos. De esta forma, un agente puede ser a la vez ilíquido pero solvente, debido a que la iliquidez es muy rentable, a mayor iliquidez, mayor wacc, pudiendo aprovecharse de la emisión de pasivos de corta duración para adquirir capital productivo de larga duración.
Una nueva Teoría del Ciclo Austriaco
Cuando los agentes deciden preservar su liquidez, es decir, financiar activos con pasivos con la misma duración, las preferencias de los ahorradores dispondrán la inversión necesaria para producir los bienes de consumo que hagan falta en cada momento del tiempo. De esta forma, cada tipo de ahorro e inversión están en equilibrio a través del tipo de interés (precio), es decir, en cada periodo coincide el consumo deseado por los ahorradores con los planes de producción de los inversores.
Sin embargo, cuando los agentes no quieren preservar su iliquidez, ya que como hemos explicado antes la iliquidez es muy rentable, la estructura de capital productivo no se corresponderá con la de capital financiero, dando lugar a una inconsistencia temporal, porque financiarán activos de larga duración con pasivos de corta, y por tanto, en consecuencia, es posible que la inversión realizada supere al ahorro efectuado en algunos momentos y para determinados niveles de riesgo.
Como los intermediarios financieros son los más propensos a ser más ilíquidos de forma sistemática, su función pasa a ser “transformar plazos”, es decir, emitir pasivos de corta duración para financiar activos de larga duración. Así, el pago de los pasivos dependerá de la liquidación de esos activos de larga duración o de la refinanciación del pasivo. De esta forma, podemos ver que la reserva fraccionaria no es el problema, ya que se pueden ajustar pasivos de baja duración contra activos de baja duración, y por tanto la reserva fraccionaria deja de ser el origen del ciclo.
Estos pasivos financieros a corto plazo son los complementos o sustitutos monetarios que necesita la economía, no obstante, su liquidez no siempre es examinada por los inversores, porque cuando nadie se preocupa por su liquidez, conseguir refinanciación es muy fácil.
Así, cuando los agentes dejan de ser líquidos, los diferenciales del interés por plazo y riesgo se vuelven planos en la curva de rendimientos, es decir, los intereses a largo plazo y a alto riesgo se ven reducidos. Esto provoca una expansión, que, al aplanarse la curva de rendimientos, se produce mayor facilidad de endeudamiento a largo plazo para invertir en capitales productivos en etapas productivas alejadas del consumo final.
En consecuencia, se genera un alargamiento de la estructura productiva, pero sin ser compatible con las preferencias de los ahorradores, provocando que la demanda sea mayor a corto/medio plazo de bienes de consumo y no se corresponda con su oferta.
Esto provoca, una subida de precios de los bienes de consumo por encima del de los bienes de capital, que finalmente desencadenará un aumento de los tipos de interés que provocará una preferencia temporal más alta, y por lo tanto, una reducción de la estructura productiva. Incluso, sin que en los tipos de interés se produzca una subida, los capitales productivos cuanto más líquidos se harán más rentables.
Como los capitales productivos ilíquidos se han convertido en los menos rentables, los deudores pasarán a tener 2 opciones para pagar sus deudas, o refinancian la estructura financiera a través de ahorro forzoso, con riesgo de default, o liquidan la estructura productiva con las consecuentes pérdidas a cuenta del inversor. Este proceso, donde se liquida la estructura productiva y financiera reajustando la economía se conoce como “depresión primaria”. Para posteriormente, si la demanda de liquidez por parte de los ahorradores, debido a la incertidumbre, aumenta, esto desencadenará una liquidación masiva de inversiones, dando lugar a la “depresión secundaria”.
Así, queda resumida la Teoría de la Liquidez y su replanteamiento de la Teoría Austriaca del Ciclo Económico, a través del descalce de plazos (inconsistencia temporal) entre los pasivos a corto plazo y los activos a largo y su expansión a través de todo el sistema económico que terminan generando los ciclos económicos para los teóricos de la liquidez.